¿Es, de verdad, necesario que, a estas alturas de su carrera, Enrique Vila-Matas se preste a este tipo de fotos?
Un poco de dignidad, don Enrique. Piense que tal como está hoy la novela en castellano, usted y algún otro son los que portan el estandarte. Que luego se ríen de nosotros por ahí fuera, mire usted.
En el salón del libro de Turín (aquí)
Gonzalo Hernández Batista, el fotógrafo, se ha lucido.
